Modismos de una generación de nativos digitales, los memes son medios de expresión creados por personas que pasan mucho tiempo juntas aunque no se conozcan.
Por Antonia Hernández
Siempre en contacto con su servidor de correo, a través de su teléfono inteligente y caro, publicando en Twitter o Facebook o recibiendo noticias a través de sus canales RSS, el usuario de Internet de más de treinta años cree estar completamente actualizado, compartiendo el mismo mundo con sus “pares” menores de veinte.
Y por supuesto, se equivoca.
Porque el adolescente con acceso a Internet no usaría jamás su correo electrónico para contactarse con amigos: ninguno recibiría el mensaje a tiempo. Ese correo, que de seguro tiene, probablemente lo use más que nada para comunicarse con adultos.
Los jóvenes realmente jóvenes, los que nunca vivieron sin Internet, han aprendido que nada por lo que sea necesario esperar vale la pena y que, cuando se tiene un Terabyte de memoria disponible, recordar tampoco tiene mucho sentido.
Al mismo tiempo, han desarrollado una jerga propia –como toda generación– pero en formato digital. Tratar de entender uno de los casos más llamativos y desconcertantes de ese argot, los memes, es el objetivo de este artículo.
La palabra meme fue acuñada en 1976 por el biólogo evolucionista (y probablemente el ateo más famoso en la actualidad) Richard Dawkins, en su libro The Selfish Gene (‘El Gen Egoísta’). Buscando aplicar ideas darwinianas a la evolución de la cultura, meme sirvió para designar aquellos patrones culturales repetidos en el tiempo que, en forma análoga a la evolución de las especies, se van modificando, refinando, o simplemente desapareciendo.
¿Qué tiene que ver esto con las imágenes del “gato tecladista” (1) que todos hemos visto/recibido alguna vez? La manera en que circula. Lo que una persona de catorce años llama hoy un meme, es una pieza de información repetida (como una imagen, un video, un link o una frase) que diversos usuarios van modificando en el tiempo y adaptando según el contexto al que se aplique. Las innumerables versiones de la escena tomada de la película Der Untergang (‘La Caída’), en la que Hitler se entera (2) de su inminente derrota, son un buen ejemplo de este patrón.
Una información que se repite sin cambios es un virus (por eso el marketing viral es el nuevo sueño del publicista). Es la modificación, siguiendo a Darwin, lo que permite la evolución, por eso lo que caracteriza a un meme es un proceso de apropiación de nuevos significados que actualizan su sentido cada vez.
os memes están lejos de ser la primera expresión de un habla particular asociado al uso de Internet y pueden ser considerados parte de la cultura ROFL (acrónimo para “Rolling On the Floor, Laughing”), entendible como una cultura de entretenimiento y socialización propia de Internet. Entre los ejemplos más populares de esta cultura están los emoticons y el cada vez más complejo slang de Internet en general, compuesto mayoritariamente de abreviaciones o acrónimos, onomatopeyas y jerga proveniente de diversas subculturas.
Si bien el uso de elementos tipográficos para indicar expresiones faciales asociadas a estados anímicos –como los emoticons– está documentado desde el siglo XIX (3), contextualizar emocionalmente un texto se convirtió en una necesidad desde la masificación de las tecnologías de comunicación sin interacción cara a cara. Los emoticons no sólo se convirtieron en una ayuda para las relaciones sociales a distancia, sino que recodificaron la manera de expresar emociones y su repertorio.
La jerga usada en Internet, en tanto, responde no solo al deseo de simplificar la interacción con el teclado, sino a crear un sentido de pertenencia excluyente para los no iniciados. Como cualquier otra jerga, por lo demás. Pese al espanto de muchos, tras años de privilegiar el lenguaje oral por sobre el texto (favor recordar el uso del teléfono fijo entre los adolescentes, hasta hace algunos años), la súbita popularidad de la escritura supuso un esfuerzo gigante para toda una generación que pensaba que olvidaría escribir en cuanto terminara el colegio. Este lenguaje casi indescifrable (como el LOLspeak en inglés y sus variantes locales) pretendía ser exactamente eso: la versión en texto de un habla que excluyera a quienes no pertenecen.
Si bien el caso de la escena que representa a Hitler es fácil de entender para el adulto medio y puede resultar chistosa, no pasa lo mismo con el cúmulo de memes que los adolescentes intercambian a diario. Lo más desconcertante suele ser la gráfica (nada más opuesto al añejo “buen gusto” de hace diez o quince años), las meta-referencias (alusiones a otros fenómenos de Internet), el texto (que generalmente es necesario balbucear para entender) y un tono carente de lo que algunos adultos todavía llaman “corrección política”.
Pero tal vez lo más sorprendente sea el porqué. ¿Por qué es gracioso que un link en apariencia interesante nos devuelva al oxidado Rick Astley cantando, de nuevo, “Never Gonna Give You Up”? ¿Por qué son interesantes cientos de imágenes con gatos? El solo hecho de hacernos la pregunta pone en evidencia la insalvable brecha generacional: los memes son expresiones creadas por personas que pasan mucho tiempo juntas, aunque no se conozcan. Son los modismos de una generación, pero de nativos digitales.
Una de las mayores fuentes de memes y gran repositorio de la cultura ROFL es el sitio 4chan.org, con más de 3 millones de visitantes al mes. El sitio no tiene muchos límites y en él es posible tropezar también con porno duro, comentarios racistas, homofóbicos o sexistas, entre otras bellezas (no en vano, es el hábitat preferido de los trolls [4]). Y si bien los chistes crueles abundan en los memes, los usuarios de 4chan se han movilizado por algunas causas offline, como identificar y denunciar legalmente a maltratadores de animales.
Esta nueva fuente de referencias culturales está empezando a traspasar barreras de medios o edades y será cada día más notoria. No se trata solamente del diseño en la polera que más se venderá este verano: se trata de la legitimación de una generación de nativos digitales como productores de contenido cultural, de una nueva manera de difusión, un nuevo modo de usar el tiempo y una constatación más de la materialidad de Internet
[1] Siendo totalmente justos, the keyboad cat excede la categoría de meme.
[2] Tinyurl.com/hitlerseentera
[3] La revista satírica Puck registra emoticons en 1881.
[4] La definición de troll excede este artículo, pero si hace unos años el término servía para designar a quienes usaban foros o páginas de comentarios con insultos, actualmente es el nombre que reciben quienes usan el anonimato para ejercer violencia online.
Diseñadora y artista visual, Antonia Hernández se apresta a terminar su Master in Media Studies en la Universidad de Concordia, especializándose en el modelamiento de redes a partir de patrones biológicos. Es consultora asociada de estrategias digitales de Procorp y autora del blog Corazón de Látex.